Una mirada desde la ciencia y la experiencia latinoamericana
El cannabis ha sido por décadas una planta envuelta en mitos, prejuicios y descubrimientos. Mientras algunos lo asocian con la introspección, el retraimiento y el aislamiento, otros reportan una mayor facilidad para conectar, comunicarse y socializar. ¿Quién tiene la razón? La respuesta, como casi siempre en salud mental, no es blanco o negro. Depende del perfil del usuario, la dosis, la cepa utilizada y el contexto cultural.
En este artículo analizamos qué dice la ciencia, cómo se comportan los usuarios latinoamericanos y mexicanos, y qué implicaciones tiene esto para tratamientos terapéuticos y recreativos.
📚 ¿Qué dice la ciencia?
Estudios recientes muestran resultados mixtos sobre los efectos del cannabis en la sociabilidad:
Foltin et al. (1990, Columbia University): en un entorno controlado, individuos que consumieron cannabis mostraron aumento en la risa, interacción y conversación, especialmente a dosis bajas o moderadas.
Kirkpatrick et al. (2011, University of Chicago): en otro estudio doble ciego, se observó que dosis altas de THC pueden generar ansiedad social y disminución de la empatía cognitiva.
Preller et al. (2016, Universidad de Zúrich) utilizaron resonancia magnética para demostrar que el THC altera el sistema de recompensa social y modula regiones como la amígdala y el córtex prefrontal medial, afectando cómo percibimos las intenciones y emociones de los demás.
En resumen: el cannabis puede mejorar o dificultar la socialización, dependiendo de la cantidad, el entorno y la sensibilidad individual.
👥 ¿Qué pasa en México y Latinoamérica?
A nivel cultural, el uso del cannabis en México suele estar vinculado a contextos sociales: fiestas, reuniones informales, círculos de amigos. Sin embargo, el creciente uso medicinal ha traído también un consumo más introspectivo, terapéutico e incluso espiritual.
Según un informe de Drugs and Drug Policy in Latin America (Ghiabi et al., 2022), el 68% de los consumidores mexicanos entrevistados afirman usar cannabis “para relajarse y disfrutar más del momento con otros”, mientras que un 22% menciona que lo usa “para desconectarse de los demás y estar en su mundo”.
Además, en una encuesta realizada por el Observatorio Mexicano de Cannabis (2023) con más de 1,500 pacientes:
41% dijo que el cannabis los ayudaba a abrirse emocionalmente con personas cercanas.
32% afirmó sentirse más introvertido tras consumir.
27% dijo que dependía de la cepa o del contexto.
🧠 Perfiles y tratamientos actuales
En la práctica clínica y terapéutica, los perfiles se agrupan en:
Usuarios con ansiedad social: pueden beneficiarse con dosis bajas de cepas con THC moderado y CBD alto, como Harlequin o ACDC.
Pacientes con depresión leve: algunas variedades sativa o híbridas pueden favorecer la apertura emocional y mejorar el estado de ánimo.
Consumidores crónicos o con consumo problemático: tienden al aislamiento, especialmente si hay tolerancia elevada o dependencia.
Algunas terapias con enfoque en salud mental, como la psicoterapia asistida con cannabis (ya en evaluación en países como Brasil y Uruguay), exploran cómo utilizar dosis bajas en contextos guiados para mejorar la comunicación interpersonal o procesar emociones reprimidas.
✅ Entonces: ¿aísla o socializa?
El cannabis no tiene un solo efecto universal. Puede:
Potenciar la conexión emocional y la comunicación, especialmente en entornos seguros y con cepas adecuadas.
Aislar y desconectar cuando se usa en exceso, con fines escapistas o sin acompañamiento emocional.
En el contexto mexicano y latinoamericano, el cannabis sigue siendo una herramienta dual: una puerta al encuentro o un refugio del mundo exterior. La clave está en el uso consciente, informado y acompañado.
📌 Recomendaciones para pacientes:
Si sufre de ansiedad social, comience con microdosis y prefiera productos con CBD.
Evite consumir en exceso si nota que le provoca introspección negativa o aislamiento.
Siempre consulte a un profesional antes de incorporar cannabis en su tratamiento psicológico.
Pruebe cepas con perfiles equilibrados (como híbridas) en contextos sociales controlados.